Un templo barroco y un nuevo teatro contemporáneo son ejemplos testimonios de la riqueza temporal de nuestra actuación en el barrio de San Roque de Arahal. La Casa Quebrada surge de un ejercicio de seguir aunando tiempos; de seguir enriqueciendo su diversidad temporal: trabajamos con una parcela entre medianeras, atípica por lo generosas de sus dimensiones, herencia del tradicional uso productivo y agrario del arrabal por el que discurre. Las viviendas colindantes son ejemplos de la arquitectura residencial cotidiana de Arahal, de su naturaleza blanca, sus balcones seriados a fachadas y sus cubiertas inclinadas de tejas; también es testigo de sus tradicionales e históricos “corralones”, esos amplios espacios productivos, en los que solo una primera crujía colmata las alineaciones del arrabal, haciendo del resto de la parcela un espacio diáfano y abierto apto para el trabajo agrícola de La Campiña sevillana.

Nuestra propuesta de vivienda, desde sus primeros compases, trató de ser fiel a las notas históricas y agrícolas del lugar, enriqueciéndolas con nuevos acordes arquitectónicos. Proponemos un volumen blanco, de geometrías depuradas, que se aglutina en el frente de fachada hacia la avenida de Lepanto: en su interior se abre un nuevo corral, ahora un gran jardín de vivienda; en su exterior asoman cuatro balcones, que marchan al ritmo de sus vecinos, y que se asoman al Templo de San Roque y el nuevo Teatro Municipal. Las cubiertas inclinadas a dos aguas, como una extensión plegada de la propia fachada, se integra con respeto en el conjunto edificado.

La vivienda se desarrolla en planta primera, liberando la planta baja como comercio y garaje. Un patio cubierto centrado en la edificación, quiebra el volumen y sus cubiertas. Fisura la vivienda arrojándose a la plenitud del jardín. En este ubicamos la escalera y el vestíbulo de acceso a la vivienda. Desde ese nodo central, organizamos una zona de día con una sección volumétrica que expande la geometría de la edificación; y una zona de noche que se cobija en ella para dejar espacio a una planta de castillete resguarda en las serenas líneas de la composición.