El barrio y su homónima calle de San Roque suponen para los vecinos del municipio sevillano de Arahal, uno de esos lugares cargados de la suficiente simbología urbana para autoconstituirse en un enclave con identidad propia. Su iglesia barroca, perenne en el punto de fuga de una calle infinita, debe constituir uno de esos “hitos” con los que Kevin Lynch compondría “la imagen de la ciudad” arahelense.

La calle San Roque y su trasera por la calle Darro, son memoria de la tradición agrícola de Arahal, de los arrabales urbanos con los que se lanzara al olivar de La Campiña sevillana.

La morfología de estos arrabales supone hoy día un valor indiscutible del patrimonio urbano-arquitectónico del municipio: sus viviendas se caracterizan por su constitución a partir de construcciones de poca altura entre medianeras y gran profundidad de parcela asomando a dos calles pseudoparalelas por fachadas de poco ancho. En una calle, lo doméstico, la vivienda, sus simétricos y verticales balcones y ventanas, sus inclinadas cubiertas de tejas cerámicas; en la otra calle, el trabajo agrícola, el corral, su gran portón que interrumpe con rotundidad una fachada que se antoja ciega.

El contraste que constituyó estas dos calles resuma aún en el aroma urbano del municipio. Lo percibimos en nuestra primera visita al inmueble que encomendamos rehabilitar. Supimos entonces que debíamos componer nuestro proyecto desde esos extremos opuestos de parcela. Supimos entonces que debíamos mantener el carácter con el que se constituyeron las calles San Roque y Darro. A la primera, señorial y engalanada, volcamos el zaguán de acceso a la vivienda y parte de las dependencias nocturnas; a la segunda, escueta y sosegada, vinculamos un corral reconvertido en garaje privado, trastero, lavadero y espacio polifuncional de servicio.

Entre estos extremos se suceden las rehabilitadas crujías de vivienda, solo interrumpidas por la luz natural de se derrama entre sus patios originales invitando al gozo, disfrute y esparcimiento. Bajo estas crujías ubicamos el resto de las dependencias domésticas, cobijadas por nuestra reinterpretación contemporánea de la cubierta inclinada cerámica.